Dedicado a Jaime Morant.
La atmosfera del Venecia se llenó de una tensión inquietante a medida que el grupo de amigos, sentados en su mesa habitual, continuaba discutiendo sobre el extraño tertuliano del ajedrez. Sus charlas sobre partidas, aperturas y estrategias se entremezclaban con una curiosa forma de relatar historias del pasado de tal forma, que daba la impresión de haberlo vivido en primera persona, cuando era imposible por una cuestión de edad.
Otro de los temas de debate era que siempre, invariablemente, llegaba al bar bastante después de anochecer, ya fuese verano o invierno.
Jaime con su tono de broma, lanzó el comentario casual: “No será un vampiro, ¿no?”, sin imaginar lo que esto desataría. Mateo, siempre más serio, le contesto: “¿No has visto que los vampiros están pálidos, de no darles nunca el sol?”. Toni, el más pragmático de los tres, se encogió de hombros y respondió: “Eso era antes, ahora con las máquinas de rayos ultravioletas, no necesitan sol para estar bronceados”.
Las bromas continuaron, pero había algo desasosegante en la forma en que hablaban del asunto. La idea de seguir al misterioso ajedrecista comenzó como una simple diversión, una excusa para una noche de intriga y un toque de aventura, pero a medida que pasaban los días se hizo más evidente que su curiosidad era genuina.
El viernes llegó, y los tres amigos, equipados con agua bendita robada de la iglesia de Santa Payesa, estacas improvisadas con trozos de palés reciclados, martillos y dientes de ajo comprados en el Hipercentro – no sabían si eso serviría de mucho, pero habían visto muchas películas -, se adentraron en una misión que, en retrospectiva, sería más extraña de lo que habían planeado.
Llegó el viernes. El ajedrecista se despidió de todos los habituales del Venecia y los tres conjurados tras un breve intercambio de miradas cómplices lo siguieron en silencio.
Al principio parecía una simple excursión nocturna. Él caminaba tranquilo dirigiendo sus pasos hacia El Terreno.
“Este va a tomarse unas copas” – dijo Jaime. “Pero ¿no ves que nunca bebe?”- le responde Mateo.
Finalmente tomo una calle solitaria y entró en una antigua mansión. La casa, como tantas otras de esa parte de la ciudad, parecía sacada de otro tiempo. Los tres amigos, aunque algo nerviosos, decidieron esperar a las primeras luces del alba para después intentar entrar en la casa.
Tras el amanecer, con un sigilo casi infantil, forzaron una cerradura y entraron. Las puertas se abrieron con un leve crujir de la madera y, mientras avanzaban por los pasillos, abriendo una y otra puerta sin encontrar nada, las sombras parecían moverse a su alrededor, como si la casa misma, estuviera observándolos.
En un baño enorme con ducha y mesa de masajes, descubrieron una cama de rayos UVA. Todos se preguntaron silenciosamente si estaban sobrepasando los límites de lo que conocían.
Por fin, hallaron una puerta que daba acceso a una escalera que conducía al sótano, un espeso aire los envolvió. A medio descenso comenzaron a distinguir tres camas, con dos figuras femeninas y una masculina reposando sobre ellas, aparentaban dormir profundamente, de espaldas y con las manos cruzadas sobre el pecho.
Mateo murmuro “Me esperaba unos baúles”, pero no pudieron ni reír.
Fue entonces cuando el accidente ocurrió. La bolsa con las estacas y ajos del Hipercentro resbaló de las manos de Jaime, cayendo al suelo con un estrepitoso ruido. El sonido de los objetos cayendo retumbó en todo el sótano y, cuando se apresuraron a mirar las camas, estas estaban vacías. En ese preciso instante la puerta del sótano se cerró y la oscuridad se tragó todo.
El miedo se apoderó de ellos, todo lo que habían planeado había fallado. Podían escuchar sus corazones latiendo al unísono. Algo en la oscuridad se estaba acercando.
Al día siguiente en la cuarta ronda del Campeonato de Mallorca Individual, Carlos, el árbitro, no pudo evitar notar la ausencia de Toni, Jaime y Mateo; los tres eran siempre puntuales y competitivos, su incomparecencia era algo extraño.
Cuando Toni finalmente apareció esa noche, con la mirada algo vacía, solo dijo “Por problemas personales ninguno de los tres podrá continuar en el torneo”
Moraleja : “Zapatero, a tus zapatos”
Toni Pont 15/08/2025